Era la última hormiga de
la caravana y no pudo seguir la ruta de sus compañeras. Un terrón de azúcar
había resbalado desde lo alto, quebrándose en varios terroncitos. Uno de estos
le interceptaba el paso.
Por lo que muy
indecisa tuvo que comenzar a comer
lentamente el pequeño banquetito azucarado que se interponía en su camino,
cuando termino de comer se dio cuenta
que ya había transcurrido mucho tiempo por lo que sus compañeras ya estaban muy
lejos y muy triste se puso la pobrecita que busco una hojita de tila para
sentarse a llorar y a pensar como le haría para alcanzar nuevamente a las otras
hormiguitas. Cinco minutos después la hormiguita miro a lo lejos una abejita que volaba entre un montón de flores y grito lo más fuerte que pudo diciendo
señora abejita necesito de su ayuda para poder regresar al hormiguero al que
pertenezco, la abeja muy solidariamente acepto con gusto llevar a la hormiguita
a su hogar y cuando llegaron a su destino, la hormiguita saco de su mochila
unos trocitos de azúcar para regalárselos
a la abejita como muestra de agradecimiento
por su gran ayuda.
hola niña que buen relato, tienes mucha imaginaciòn
ResponderEliminar