miércoles, 1 de mayo de 2013

Giglico



                         HASTA  EL  LÍMITE  DE  LAS  MOCLAS
Apenas él le cantunfliaba  el  sponch sponch  a ella se le  recaparamaba  él greñero y caían desboladamente, en salvajes ferofilas, en destellosos  exaltantes. Cada vez que el procuraba  relamberse las pesuñas, se enredaban en un remolinizador quejumbroso y tenía que estandarimorizarse de  cara al soñolador, sintiendo cómo poco a poco las  soñalidades se apresoraban, se iban resvalanciandose  al que se le han dejado caer unas almuadillas de piluche. Y sin embargo era apenas el principio. Porque en un momento dado ella se azolotaba los  pelitos, consintiendo en que él aproximara suavemente sus dedazos. Apenas se acomodillaba algo como un  maripozon, los  calzonetes, los  pelillos y conduselaba, de pronto era el poyuelo, la  risotada de las  morrelas, la chismozuela  kirikina del ranchin, los visvirolo  del  manguiño en una albolta cajucha.. ¡Evohé! ¡Evohé! Moclas en la cresta del poyuelo, se sentía vestruaguilin , colorin y sillaba . Temblaba el loquin , se vencía las plasetas y todo  se solenciaba en un profundo  rrolluelo , en desparramez de gasas, en  caldin casi crueles que los polizuchos hasta el límite de las nangamas.
Julio Cortázar
Rayuela.

1 comentario:

  1. El texto es de interés, pero considero que los gíglicos son palabras creadas que permiten la omisión de palabras ya conocidas.

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