HASTA EL LÍMITE
DE LAS MOCLAS
Apenas él le cantunfliaba el sponch sponch a ella se le recaparamaba él greñero y
caían desboladamente, en salvajes ferofilas, en destellosos
exaltantes.
Cada vez que el procuraba relamberse las pesuñas,
se enredaban en un remolinizador quejumbroso
y tenía que estandarimorizarse de cara al soñolador,
sintiendo cómo poco a poco las soñalidades se apresoraban,
se iban resvalanciandose al que se le han dejado caer unas almuadillas de piluche.
Y sin embargo era apenas el principio. Porque en un momento dado ella se azolotaba los pelitos, consintiendo en que él
aproximara suavemente sus dedazos. Apenas se
acomodillaba algo como un maripozon, los calzonetes,
los pelillos
y conduselaba, de pronto era el poyuelo, la
risotada de las morrelas,
la chismozuela
kirikina del ranchin, los visvirolo del
manguiño
en una albolta cajucha.. ¡Evohé! ¡Evohé! Moclas en la cresta del poyuelo,
se sentía vestruaguilin , colorin y sillaba . Temblaba
el loquin , se vencía las plasetas y todo
se solenciaba en un profundo rrolluelo ,
en desparramez de gasas, en caldin casi
crueles que los polizuchos hasta el límite
de las nangamas.
Julio Cortázar
Rayuela.
El texto es de interés, pero considero que los gíglicos son palabras creadas que permiten la omisión de palabras ya conocidas.
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